Como llamar a lo que sentimos cuando una mano de hombre, nos acaricia la espalda casi sin tocarla, como si la mano nos soplara ligeramente la piel, cuando es la mano del hombre que deseamos.
Y a la fuerza de los brazos de un hombre cuando nos abraza sin apretarnos, como si nos sujetara en el aire, cuando son los brazos del hombre que deseamos.
Y a la ternura de unos labios, cuando recorre nuestro cuello, como si quisiera besar cada milimetro de nuestro cuerpo, cuando son los labios del hombre que deseamos.
Quiza no sea necesario ponerle nombre a todo. La magia de la sensualidad consiste en eso, en que hay cosas que ni sabemos nombrar, solo sentir, y su recuerdo es como volverlo a sentir, pero en pequeño.
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