No hablo de calendarios
ni de cálculos suplicantes.
No hablo del sudor resbalando en el cuello,
ni del rasgo,
ni del monosílabo día.
Hablo del mismo que ve correr sus ojos
hacia el seno de las rameras;
hablo del codo opuesto
y de la claustrofóbica forma al contemplar.
Hablo de la ausencia,
del maldecir unánime y de las estatuas,
del territorio prohibido
y de los pies invasores.
Hablo de todo cuanto puedo:
del soslayado amor que pretenden las manos,
de la fría estrechez que soportan los dedos.
No hablo de honestidades
ni de amos
ni esclavos,
hablo tan sólo humano,
clínico,
tan vasto,
demencial entre dientes.
Fabricio Estrada
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perdonemos rápidamente
besa desmoderadamente, ama verdaderamente
ríe incontrolablemente
y nunca dejes de sonreír
por mas extraño que sea el motivo.
La vida puede no ser la fiesta que esperábamos
pero en cuanto estamos aquí, debemos sonreír y dar gracias...
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